Ana Celia Martínez: “A través de las fibras textiles conozco a mi país”
Es licenciada en Diseño Textil en el subsistema en Artesanía por la Universidad Iberoamericana, donde ejerce su profesión de docente en el Departamento de Diseño. Su trayectoria profesional está ligada al estudio de la fibra del Izote (textil tradicional en México), por el que recibió el premio Tenerife al Fomento y la investigación de la Artesanía de España y América 2014 (con 25 años reconociendo el trabajo de artesanos en Iberoamérica), por su trabajo “Izote, Iczotl. Fibra con identidad, tradición y permanencia”, con el que también recibió la Mención Honorífica del Premio Proyecto 2010, otorgado por la Red Iberoamericana de Investigación Textil en México.
“Se debe apoyar y difundir el trabajo de los artesanos, así como el trabajo de investigación que promueve estas tradiciones en México. Los consumidores debemos darnos cuenta de la importancia de este tipo de productos porque tienen historia, tradición y conciencia ecológica. Al consumir artesanía mexicana nos identificamos con nuestras raíces”.
Nancy Zamora: ¿En qué consiste tu trabajo de investigación acerca del Izote, fibra textil tradicional en México?
Ana Celia Martínez:
Está enfocado en el estudio de la producción y comercialización de esta
planta agavácea endémica del Estado de México, que se extrae de la
yucca. El proyecto lo inicié en 2004 cuando realicé mi servicio social.
Fui a Tenancingo, Estado de México, a estudiar el Rebozo de Bolita y ahí
conocí otros tipos de rebozos como el Lute de Aroma y el Rebozo
Reservista, pero me dijeron que había una fibra que nadie trabajaba y
que estaba en Zumpahuacán, Estado de México, una comunidad de alta
marginalidad que se le considera zona de atención prioritaria. Fuimos un
grupo de cinco personas a conocer a los artesanos, nos recibieron muy
bien y en dos semanas nos explicaron en qué consistía el trabajo del
izote. Empezamos a hacer una documentación sobre el diseño y la
investigación de esta fibra textil. En esta investigación vinculo mucho
el izote con otros materiales como el algodón y la lana.
¿Cuáles han sido los usos de esta fibra textil?
Se tiene registrado en la Época
Prehispánica, por el misionero franciscano Fray Bernardino de Sahagún,
que se hacían mantas de diferentes formas y que eran muy apreciadas. En
el siglo XVII, hubieron pintores importantes que dieron fe a que el
ayote de la virgen es de izote. Hay muchas formas de trabajar esta fibra
pero actualmente sólo se hacen solo bolsas y morrales. También es usada
en la vestimenta de danzantes tradicionales como en la Danza de los
Gachupines, en la que sólo una persona puede usar esta vestimenta.
¿Qué significado tiene la fibra del izote para la comunidad en donde se trabaja?
Hace tiempo, la gente de la comunidad de
Zumpahuacán, me dijo que seguían con este trabajo porque era una
tradición del Rey Costales, un personaje mítico de la narrativa oral de
Zumpahuacán, que para ellos representa el aire. Mi investigación dio un
vuelco cuando me enteré de esto, ya que me di cuenta de lo que esto
representaba y la importancia de esta fibra en la tradición
Mesoamericana. Me convencí de que es muy importante conocer y rescatar
la fibra del izote.
¿Cuánta gente trabaja actualmente esta fibra textil en México?
Hasta el 2010 había sólo 15 personas
menores de 50 años en la comunidad de Zumpahuacán, Estado de México, que
sabían trabajar la fibra y que conocían su proceso de extracción,
tejido y acabado.
No es una cifra muy alentadora…
Eso fue lo que me motivó para trabajar
en la investigación de esta fibra. No estoy conforme con que se pierda
esta tradición porque esta fibra vale mucho histórica y textilmente.
¿Cómo ha sido el trabajo en colectivo con la gente de la comunidad de Zumpahuacán?
Ellos están muy contentos de que
documentemos la tradición de la fibra del izote. Hemos dado capacitación
a los jóvenes de Zumpahuacan, quienes han sido los más entusiasmados
por aprender y, gracias a eso, ahora tenemos una generación más que
trabaja el izote, mujeres, hombres y niños, quienes son los hijos de
muchos de los que ya conservaban la tradición. Las últimas veces que he
visitado el lugar he visto a los niños jugando con el izote, diciéndole a
sus mamás que quieren ayudar a “majar”, esto me dio mucho gusto.
¿Cómo es el proceso de producción de la fibra del izote?
El proceso es muy largo. Los artesanos
sacan la fibra, producen el hilo y luego hacen el tejido. Primero se
cosecha la hoja, luego se “enhuesa” (se abre con un punzón de hueso), se
deja secar y después se “enría” (se mete al río de 5 a 9 días)
dependiendo de la temperatura del ambiente, esto se hace porque se tiene
que pudrir la pulpa o la parénquima de la hoja para que se pueda
liberar la fibra. Una vez que se pudre la pulpa se lava perfectamente,
después se “maja” (se golpea con un mazo), se vuelve a lavar y se deja
secar, así se obtiene la fibra.
¿Cómo se obtiene el hilo a través de esta fibra?
Primero se hace un torcido con la fibra,
es decir, se hace una mecha continua de 70 centímetros. Se utiliza
ceniza de madera para que los dedos tengan una mejor tracción. Después
se hace una torsión para hacer una mecha continua de varios metros, que
en náhuatl se llama “tlamalinal”, y de ahí se hila con un torno. Una vez
que se tiene el hilo se tiende en dos palos que tienen una distancia
aproximada de 20 metros, después se tiende en una madeja grande para
majarlo, se golpea cerca de tres horas para que se logre la suavidad del
hilo, después se devana y se teje en un telar de cintura.
¿Cómo se puede integrar el uso de esta fibra a las tendencias actuales de la moda?
Es importante que empecemos a ver
nuestras tradiciones y nuestras materias primas locales, porque
normalmente vemos hacia fuera y eso nos hace tener ideas muy erróneas,
por ejemplo, cuando se hace una fiesta mexicana la tela que más se
utiliza es el yute, la gente piensa que esta fibra es mexicana, pero en
realidad es de origen asiático. A México llegan los hilos del yute y
aquí se teje; la manufactura es de aquí, pero la fibra no.
¿Qué otros tipos de fibras textiles se trabajan en México?
El chichicastle, el amate, el acapán
(que se hace en Colima), o fibras de hoja como el ixtle, el zapupe, el
henequén, la lechuguilla, la pita, o una que también ya se ha adoptado
bastante, y que se produce en México, es la lengua de vaca, también la
sansevieria, el izote… tenemos mucha variedad de fibras en México, sólo están esperando ser trabajadas y exploradas por
los artesanos, a nosotros (los consumidores) nos toca estar en
sincronía con ellos para que estos proyectos entren a la industria.
¿Qué perspectivas encuentras con la producción de la fibra del izote en nuestro país?
Veo un panorama de desarrollo muy
amplio. La cuestión es que los mexicanos nos permitamos conocer y
utilizar este tipo de fibras, es muy importante que como consumidores
empecemos a voltear a verlas, porque de poco sirve que los artesanos y
los investigadores trabajemos para reactivar la economía de una
comunidad, si la gente no compra sus productos, porque entonces no hay
una reactivación y todos los esfuerzos se vienen para abajo. Los
mexicanos tenemos que empezar a valorar lo que tenemos; comprarlo y
usarlo.
¿Qué tanto consume la gente productos textiles artesanales en México?
Desgraciadamente no hay una forma muy
buena de consumir productos artesanales. Hay muchos estigmas,
discriminación, regateo y no hay un respeto al trabajo de los artesanos,
quienes hacen un trabajo muy fuerte para dar un buen precio. No podemos
regatear porque estamos lucrando con las necesidades de la gente. Los
comerciantes tienen que ser más éticos porque muchas veces duplican o
triplican el precio de los artesanos, esto no es justo, no puede ser que
ellos ganen más que el productor. Comercializar es un trabajo, pero el
productor tiene que ganar más que el comerciante, mientras esto no sea
así, México no va a ser el país que queremos que sea. Tiene que haber
conciencia y ética.
¿Qué te ha dejado dedicarte al estudio diseño textil?
Me ha dejado conocer mi país y poder
hacer algo por él. Tener la posibilidad de abrirle los ojos a mis
alumnos para que vean hacia sus orígenes. Me he dado cuenta que cuando
convivo con las personas de comunidades como Zumpahuacán, que son
personas sabias y hermosas, aprendo mucho de ellas, y esto, para mi es
invaluable en la vida.
Fotos cortesía de Ana Celia Martínez
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